Si la mona se viste de seda…al menos consigue atención. Pues igual pasa con las botellas. Una bonita forma del vidrio o una etiqueta pintona producirán una atracción irresistible en el cerebro del catador que le inducirá a probarla. Las bodegas cada vez le dan más importancia al exterior puesto que el comprador ahora exige que además de que el vino esté bueno, lo parezca (y de paso, le adorne la mesa).
Ahora bien, realmente hay tres supuestos posibles al fiarnos de la etiqueta:
– que la botella sólo tenga una bonita etiqueta. Yo las llamo las Naomi Campbell, porque tienen una fachada preciosa pero poco corazón.
– que la botella aúne etiqueta y calidad. Éstas son las Heidi Klum, con un aspecto fabuloso y además personalidad propia y sentido del humor. Encima, envejecen con calidad. De diez.
– que la botella no tenga una etiqueta muy destacable pero sí un interior de oro. Aquí podríamos hablar de las Madre Teresa de Calcuta.
Querría rendir homenaje a ciertas Heidi que me he ido encontrando para que todos podamos disfrutar del bueno, bonito y brillante.
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Libalis blanco: con su nueva imagen de comic sobre sleeve satinado, es toda una declaración de principios. Original en la mezcla de uvas (moscatel de grando menudo, malvasía y viura) e imprescindible para aperitivos, maridajes arriesgados y noches de verano.
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Vi de Glass: botella única, estilizada y misteriosa (con doble uso pues sirve para hacerse una coqueta lámpara o un bonito jarrón) que esconde uno de los vinos de postre más adictivos del mercado. Helado, te deja idem.
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Habla del Silencio: la botella se reconoce a distancia, es original y sobria pero con un punto elegante. Con su guía de cata en la cápsula, un acierto seguro. No dudes en hablar de él con los amigos.
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L’Equilibrista: fruto de la sabia mezcla de uvas syrah, cariñena y garnacha. Un vino profundo que reserva la mejor para el final. Recomiendo beberlo sin prisas para disfrutar su gran potencial. Ojo al chocolate en nariz.
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Madremía: la etiqueta satinada con la figura del jabalí en medio de la bruma esconde un vino sorprendente y sobresaliente. Un Toro con volumen y goloso que te hace suspirar de satisfacción.
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Paco García Crianza: Rioja de nuevo cuño, con etiqueta rompedora y nombre cañí por antonomasia. Alzo mi mano (y la copa) por este vino bien hecho que sólo me da alegrías.
Nota: el siguiente post estará dedicado a las Madre Teresa, porque son todo un activo para la humanidad.
