Me presento:

41 años (en mis días buenos, aparento 39 recién cumplidos), morena (mi sueño era ser rubia, pero no me pega con las cejas), ojos marrón-verdoso (sobre todo cuando me da la luz; a este paso me voy a crear una lesión en la retina de tanto buscar el sol), cuerpo “adecuado” (mola cuando te dicen que no estás mal para haber tenido tres hijos, pero es una pena cuando pienso que yo antes de los embarazos  estaba casi buena).

Nerviosa (histérica las menos veces, atacada las más), curiosa (adoro leer y retener nueva información), poco paciente (pufff… aquí reconozco un fusible corto), parlanchina (no es que me guste oírme, sino que me encanta hablar), romántica (enamorada del amor me define bastante bien) y quiero pensar que buena persona (resume mucha cualidades que quiero y espero atesorar).

Casada (yo no creía en los flechazos y aún sigo embobada). Tres hijos pequeños (aunque el mayor ya me llega a los hombros). Trabajadora fuera de casa (y mi trabajo me encanta). Amante de la buena mesa (la gastronomía sólo me da alegrías, toma pareado). Adicta al buen vino (porque un buen plato sin vino sólo es vajilla).

Y tú te dirás… ¿y a mí qué? Pues que si unes todas estas coordenadas de madre del milenio con cóctel de hormonas incesante y poco tiempo libre, entenderás que me he vuelto una prescriptora maravillosa de vino, más que nada por necesidad. ¿Qué sería de mí sin la magia de la uva fermentada?

Ahora llega la festividad de San Valentín, que reivindica el amor. Pues hombre, lo del arquero, hortera es un poco, pero de un tiempo a esta parte le he encontrado su punto. Fundamentalmente porque es una buena excusa para romper la rutina, mirarse a los ojos y beberse un vino de esos que no calma la sed, sino que la intensifica… a todos los niveles.

El bombazo de este año es el Larrosa de Izadi. Un rosado fresco y mucho más jugoso de lo que esperaríamos por su pálido color, tan de moda ahora. Este sábado 14 regalan una rosa con cada botella (que ya es seductora con su delicada imagen) para ayudar a festejar y preparar el ambiente. Perfecto tanto para los que suelen tener un detalle como para quienes pasan del tema pero este año pueden quedar bien y todo… ¿Se puede pedir más?

En San Valentín, el rosado te hará tilín.