Cuando el hielo en el vino no es una aberración…
Respecto a lo segundo… Qué odioso es que te sirvas una copa generosa un día tal que hoy y a los 3 segundos ya esté caldorra total. Sale todo el alcoholazo en nariz. Bofetón de “eau de tabernucha”. Ya puede ser el vino mejor elaborado del vino, si está caliente, no mola. Se te agarra a la garganta y su recuerdo perdura en el lóbulo temporal más de lo deseable.
Me harto de dar consejos al personal. Enfría el tinto, no temas. Pon en verano el blanco a temperatura de inuit (esta pedantería la he aprendido hoy, y es que ahora está mal dicho lo de esquimal). Lo de “temperatura ambiente” era de cuando no había calentamiento global y las paredes de las casas eran de medio metro de piedra de grosor… ¡Y bebían cualquier cosa!
Es más fácil atemperar poco a poco, abrazar la copa con amor si es preciso, aguardar un rato a que vaya abriendo en aromas y nos envuelva con sus complejos aromas. Caricia de “parfum du paradis” ¿Veis la diferencia?
Dicho esto y en días como hoy, que la batalla está harto complicada si no tienes la logística perfecta, hazte un buen tinto de verano. Au revoir cervecita, adieu colas varias, bye bye bebidas isotónicas, ciao agua con gas. Welcome tintorros estivales. Pero los bien hechos. Poniendo un producto base de calidad, como puede ser un buen vino joven de Toro, con mucho color y mucha estructura. Que aguante la mezcla con dignidad. Una buena copa. Grande y gorda, donde quepa bien de hielo. Con un elemento carbónico a la elección de cada uno (yo soy de gaseosa). Y una rodajita de naranja o limón para aromatizar. ¿Se puede hacer un cocktail más rico y con menos grados, que no deje resaca y aporte tan poca caloría? Si es que lo tenemos fácil y no caemos.
Por eso, hoy os invito a hacer la prueba en casa. Posiblemente el mejor tinto de verano del mundo. Aconsejo poner todo a enfriar antes (vino, gaseosa, copas) para que tarde más el hielo en deshacerse… y brindar por el veranito que se nos avecina. ¡Que el repelente nos acompañe!