Destino Vermut
En mi próxima vida quiero ser Spock. El de Star Treck. Para teletransportarme no ya por el Universo. Me sirve sólo el planeta Tierra. Casi nuestro minúsculo país serviría. Pero que alguien me quite los viajes por carretera por Dios. Si me tienen que crecer las orejas de punta o cambiar mi estilo de cejas… ¡todo es sopesar!
Después de preparar maletas, bolsas y neceseres, embutir a los perros detrás y no olvidarnos de los peluches de los niños, emprendimos viaje playero. A la media hora, nuestro adorable Labrador decidió amenizarnos con una flatulencia sigilosa. Para no morir de asfixia abrimos todas las ventanillas. A la porra mi kit de rizos perfectos. Para una vez que me da por la peluquería fina en casa…
A la hora de viaje mi hijo mediano amenaza con marearse. Intentamos que baje la cabeza, que estire las piernas… y terminamos abriendo las ventanillas para que le dé el fresco. A mis rizos no les queda ya definición. Medusa a mi lado presume de reina capilar.
A las dos horas aparece una avispa que se nos había colado con tanta corriente. Adivina, de nuevo a bajar ventanillas. El león de la Metro parece un familiar muy cercano.
A las tres horas los ronquidos del otro perro me hacen echar de menos el ruido de la carretera. Ya me da por bajar la ventanilla sin pensar. Total, estos pelos no hay quien los salve.
A las cuatro horas voy ya soñando con el momento de llegar, descargar y respirar. Llevo un Box de 5 litros de vermouth casero Miró en el maletero que pienso dejar a medias de una sentada. ¡Me lo he ganado! Los niños dejaron de incordiar tras permitirles el último atracón de azúcar. Parece que la mancha de galleta de chocolate saldrá algún día. Tengo mis dudas con el aceite de las patatas fritas. Si ya me decía mi madre que las Onduladas son muy traicioneras…
A la quinta hora estoy por abrir la ventanilla, pero para tirarme en marcha. Ruido, quejas, aromas, gruñidos, aburrimiento y piernas hinchadas. Mal cóctel. Hablando de cócteles, me tomaba un Manhattan sin pestañear. ¡Ya me queda poco!
A las 5,34 horas llegamos al destino. No sé si salir del coche con testigos. Parezco la niña del exorcista entradita en años. Descargamos, el Box lo primero, y dejo a los enanos viendo la tele. Sólo necesito un vaso con hielos para recuperar la cordura. ¡Quién fuera el suertudo de Spock! Aunque ahora que lo pienso… los vulcanianos no beben alcohol. Ya no lo tengo tan claro. ¡¡¡¡Y encima el cachondo de mi marido me dice que de qué me quejo si no he conducido!!!!
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